MADRE MÍA…
FOTO: LALIGA
Madre mía... Fue la expresión que más se utilizó durante el partido.
Porque hubo de todo, desde los ¡13 segundos! Ese es el tiempo que había
transcurrido hasta la expulsión (muy rigurosa) de Pomares. Madre mía. El
Tenerife se quedó en shock y encajó dos goles en 7 minutos. Madre mía. Inesperadamente,
logró reponerse y ¡empatar a dos! Madre mía. Pero menos de un minuto después,
encajó el tercero. Es que madre mía... El cuarto gol, que ya fue casi una
anécdota, cerró definitivamente la locura en el Tartiere.
Ramis volvió a sorprender, para mal, con su alineación. Primero porque
siguió contando con Alberto (tras su affaire nocturno y con Sipcic y Bruno
Wilson en el banquillo) junto a Carlos Ruiz en el eje de la zaga. Y después
porque volvió a dejar de suplentes a Alex Muñoz y Shashoua, dos de los
jugadores más en forma del equipo. La titularidad de Joselu (que duró menos de
un minuto), en vez de Jorge o Manu Apeh, inclasificable.
El partido (que ya era ‘random’ antes de empezar, al jugar el Tenerife
con el mismo color de pantalones, blanco, que el Oviedo, algo que hacía mucho
que no se veía en La Liga) comenzó con la citada expulsión. Injusta o como
mínimo muy muy rigurosa. Pomares levantó la plancha, pero al percatarse que el
jugador carbayón Juanjo Nieto se le venía encima, la retiró hacia atrás. Aun
así, y por la propia inercia, impactó con los tacos en el muslo del rival. El
árbitro, tras ver las marcas de los tacos en el muslo, sacó la roja directa, en
la expulsión más tempranera de la historia del fútbol profesional español.
El encuentro quedaba totalmente condicionado, lógicamente. Pero eso no
es excusa para la ‘empanada’ del equipo tinerfeño (que se quedó en shock más de
10 minutos) y de su entrenador (que tardó mucho en sacar al campo a Alex Muñoz
para recomponer el once). A los 4 minutos, Juanjo Nieto se internó por la banda
derecha, aprovechándose de la falta de lateral por ese lado, y metió un medido
centro a la cabeza de Blanco Leschuk. 1-0. Y solo 4 minutos después, y a pesar
de que Alex Muñoz ya había entrado, esta vez llegó un centro desde el otro
lado, para que de nuevo Lesckuk batiera a Dani Hernández.
8 minutos de juego. 2-0 abajo y con un jugador menos. Madre mía… Pero en
el fútbol, como en la vida, a veces ocurren cosas tan inesperadas como
sorprendentes. Al cuarto de hora de juego, Nono metió un gran centro desde la derecha (su primera
acción determinante de la temporada) y Bermejo (una lástima que no tenga más
regularidad porque condiciones tiene de sobra) apareció en el segundo palo para
cabecear al fondo de las redes. 15 minutos había tardado el Tenerife en entrar
al partido, algo que es impropio de un equipo de fútbol profesional.
A partir de ese tanto, el partido se apaciguó y se detuvieron las
hostilidades hasta el descanso. El Oviedo comenzó fuerte la segunda parte, en
busca de un tercer tanto que finiquitara el asunto, pero no estuvo acertado en
los metros finales. Y tras ese ‘achuche’ inicial sin premio, se abría una
posibilidad al Tenerife… Y en un partido tan extraño como este, todo podía
pasar. Y pasó. Tras una falta lateral botada por Aitor Sanz, Fran Sol la ganó
arriba y la tocó hacia Carlos Ruiz, que remachó el balón. El árbitro señaló
fuera de juego, pero tras revisión en el VAR, dio el gol. 2-2. Madre mía.
Pero ‘en casa del pobre la alegría dura poco’. Poquísimo en este caso.
Ni un minuto después del 2-2, otro centro lateral defendido fatalmente por la
zaga blanquiazul (7 años atrás Carlos Ruiz-Alberto ya era una pareja de
centrales que no funcionaba y siguen jugando…), acabó en el 3-2 marcado por
Rodri, que solo llevaba unos segundos en el campo. Es que madre mía…
Ese tercer gol carbayón ya ‘mató’ al Tenerife. Además, los cambios de
Ramis volvieron a ser un galimatías que no mejoraron en nada al equipo (encima
metió al otro implicado en el affaire nocturno, Javi Alonso). Con los
tinerfeños rotos, otra jugada mal defendida, en la que fueron incapaces de
despejar un balón suelto dentro de su área, Borja Sánchez hacía el cuarto y
cerraba el partido, lo que ya casi fue una anécdota en un partido para echarse
las manos a la cabeza.
La sensación que queda, tras un encuentro en el que pasó de todo, es que
cuando una entidad y un equipo están sumidos en una dinámica así, de hastío,
hartazgo y mediocridad, todo sale mal. Algunas veces (las más) por mala gestión
y a veces por pura dinámica negativa. Y lo que está claro es que, o el cambio
es estructural y profundo, o el Club Deportivo Tenerife se va al pozo.
EL MEJOR: Aitor Sanz. El capitán blanquiazul se vació en el
centro del campo, al estar con 10 jugadores durante todo el partido, en su
vuelta al que fue su feudo. Además, puso el balón que generó el 2-2 tras una
muy buena falta lateral.
2ª DIVISIÓN A |
18ª JORNADA |
R. OVIEDO 4-2 CD TENERIFE |
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R. OVIEDO: Joan Femenías; Arribas, Christian Fernández, Juanjo Nieto, Mossa (Lucas Ahijado, 90’); Javi Mier (Jimmy, 90’), Edgar González, Marco Sangalli, Borja Sánchez; Obeng (Rodri Ríos, 65’), Blanco Leschuk (Riki, 84’). Entrenador: José Ángel Ziganda. CD TENERIFE: Dani Hernández; Carlos Ruiz, Alberto (Sipcic, 75’), Shaq Moore,
Pomares; Ramón Folch, Aitor Sanz, Nono (Javi Alonso, 61’), Bermejo (Manu
Apeh, 61’); Joselu (Alex Muñoz, 7’), Fran Sol (Jorge Padilla, 75’). Entrenador: Luis Miguel Ramis. GOLES: 1-0
(4): Blanco Leschuk; 2-0 (8’): Blanco Leschuk; 2-1 (15’): Bermejo; 2-2 (64’):
Carlos Ruiz; 3-2 (65’): Rodri Ríos; 4-2 (79’): Borja Sánchez. ÁRBITRO: Ais
Reig (valenciano). Amonestó a Javi Mier; Aitor Sanz. Expulsó a Pomares (1’)
con roja directa. INCIDENCIAS: Estadio Carlos Tartiere. Sin espectadores. 11 de diciembre de 2020. |